Una cosa es el poder del lenguaje, y otra el lenguaje del poder, desde una visión ontológica del ser humano.
Las personas son seres que están en permanente cambio, siendo el resultado de las acciones que llevan a cabo.
La concepción tradicional del poder dice que el poder es una “sustancia”, un “algo” que está allí, independiente de quienes lo observen.
Pareciera que el poder fuese algo a lo que las personas acceden, y que no depende de ellas mismas sino de cargos y roles a ocupar.
Existe una fuerte carga ética negativa con que se asocia a menudo al poder. De hecho, históricamente utilizamos la “sustantivación” de la palabra “poder” para referirnos a un fenómeno que puede ser perfectamente un verbo: “Yo puedo, nosotros como líderes podemos, mi país puede”.
Una nueva concepción del poder precisa desplazarnos del supuesto del poder como una sustancia, y comenzar a comprenderlo como un fenómeno que surge de la capacidad lingüística de las personas.
Desde esta mirada diferente, el poder siempre está ligado a un observador provisto de lenguaje. Creemos que el poder es un juicio (declaración), emitido por un observador sobre la mayor capacidad de generar acción de una entidad (persona, organización, herramienta o máquina).
Mientras mayor sea la capacidad de acción de esa entidad, mas poder podremos sostener que ella tiene. Tener poder (capacidad de acción) no es lo mismo que ejercerlo, lo que nos sirve para darnos cuenta que cuando tenemos el juicio de que algo o alguien es poderoso, no es sobre la acción en sí misma, sino sobre la “capacidad” de acción.
Cuando realizamos un juicio sobre el poder, lo hacemos en forma “diferenciada” o “comparativa”, es decir comparando tal capacidad de acción con alguna otra, teniendo como referencia a algo o alguien con que compararlo.
En las empresas existe la autoridad que inviste el rol, las políticas y procedimientos; el poder lo da la palabra, desde este lugar es que podremos observar la capacidad de conducción de sus líderes que tienen la responsabilidad con sus decisiones de orientar y mover al equipo en la búsqueda de las metas fijadas.